Para enfrentar la frustración frente a una determinada situación, es necesario hacer un autoanálisis para llegar a la raíz de un problema y poder actuar más eficazmente.

Primero hay que identificar cuál es la situación que produce la frustación, para enseguida analizar qué es lo que te ha llevado a la situación que estás viviendo. Lo tercero es la reevaluación de las expectativas, luego el desarrollo de habilidades para resolver el problema y, finalmente, el establecimiento de metas realistas.

La frustración, entendida como la sensación de impotencia que surge cuando no se logran los resultados esperados, puede tener importantes repercusiones en la salud mental de las personas. Uno de los efectos más comunes de la frustración prolongada es el estrés, el cual, si no se gestiona adecuadamente, puede derivar en trastornos de ansiedad o depresión.

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